Clifford Venho es poeta, euritmista y traductor. Actualmente trabaja como redactor jefe en SteinerBooks y enseña literatura en la Escuela de Euritmia de Spring Valley, Nueva York. Cliff es miembro del colegio de la Sección de Artes Literarias y Humanidades. Varias de sus presentaciones y conferencias se encuentran en este sitio web.
Hacia una poética de la totalidad
por Clifford Venho
"Mientras tanto, dentro del hombre está el alma del todo; el silencio sabio; la belleza universal, con la que cada parte y partícula está igualmente relacionada; el UNO eterno. Y este poder profundo en el que existimos, y cuya beatitud es toda accesible para nosotros, no sólo es autosuficiente y perfecto en cada hora, sino que el acto de ver y la cosa vista, el vidente y el espectáculo, el sujeto y el objeto, son uno. Vemos el mundo pieza por pieza, como el sol, la luna, el animal, el árbol; pero el todo, del que éstas son las partes brillantes, es el alma."
-Ralph Waldo Emerson
"El artista transforma el elemento individual, confiriéndole un carácter universal; lo transforma de algo meramente casual en una necesidad, de algo terrenal en algo divino. La tarea del artista no consiste en dar al idea una apariencia física, sino permitir que la realidad aparezca en su luz ideal. Significativo no es el quéque se deriva de la realidad, pero el cómoque es la provincia del poder creativo del genio".
-Rudolf Steiner (de un cuaderno; GA 271)
Vivimos en ritmo, rodeados de ritmo en la naturaleza. El iris del alféizar de mi ventana despliega los pétalos más delicados: rayas de tigre en el interior, cinco pétalos de cambiantes tonos púrpura, el néctar recubriendo el corazón de la flor, fragante y dulce. Cuando vuelvo a ella más tarde, la flor ya se ha marchitado, se ha arrugado, se ha vuelto marrón y quebradiza. Su ritmo es corto, sólo un día, pero ¡qué belleza en un día! Y luego, a los pocos días, otro iris ha florecido, y el ciclo se repite.
En cuanto pase de qué a cómose abandona el mundo estático de los objetos y se entra en la corriente en desarrollo del proceso. En cómo de una cosa no necesita por qué. "La rosa no tiene un porqué. Florece porque florece" (Angelus Silesius). Estamos tan preocupados por crear hipótesis y teorías que nos olvidamos de observar. En lugar de escuchar, hablamos. Tenemos oídos, pero no oímos. Somos como la multitud de turistas en un museo que van de obra en obra, sin llegar a asimilar nada, demasiado ocupados haciendo fotos con sus smartphones. No hay tiempo para la reflexión, la profundización interior, la indagación: estamos demasiado distraídos para dejar que el mundo nos imponga su propia verdad.
Hay una maravillosa anécdota escrita por Michael Bauer, amigo y biógrafo del poeta y (según el propio Rudolf Steiner) verdadero representante de la antroposofía Christian Morgenstern. Bauer describe cómo él y Morgenstern, que tenía una naturaleza profunda y sensible, daban paseos por el jardín de una villa en el norte de Italia. Bauer, que era un gran aficionado a la botánica, quería comparar la flora de esta región con la de su Alemania natal, y a menudo se encontraba buscando los nombres de las diversas especies de plantas que veía. Se dio cuenta de que Morgenstern abordaba las plantas de forma completamente diferente:
Morgenstern no se preocupaba en absoluto de comparar y nombrar. Observaba interiormente cada forma puramente por sí misma. Parece que le preocupaba que los nombres, como tanto ruido humano, espantaran el alma de los delicados seres de la naturaleza. Y miraba el paisaje de la misma manera. . . . Por eso, la visión de un simple valle atravesado por un arroyo, o de un par de árboles en el horizonte, podía estremecerle hasta la médula.
-Michael Bauer
Esta actividad interior de dejar que el mundo deje su impronta en nosotros es vital para el camino artístico del conocimiento. No se trata de un conocimiento sólo de la cabeza, sino de un conocimiento profundo del fondo de las cosas. A partir de esta profundización interior, Morgenstern pudo escribir el siguiente poema:
He visto al hombre en su forma más profunda,
Conozco el mundo hasta la médula.Sé que el amor, el amor es su significado más profundo,
y que estoy aquí cada vez más para amar a todos los seres.Abro mis brazos de par en par, como Él lo ha hecho,
Quiero, como Él, abrazar el mundo como Uno.-Christian Morgenstern
Con nuestro intelecto, diseccionamos, categorizamos, especificamos, diferenciamos. Pero si podemos acercarnos al mundo con otra facultad, la de la imaginación -no en el sentido de fantasía ociosa, sino en el sentido comprensivo de Coleridge-, entonces los secretos del mundo empiezan a revelársenos. Coleridge escribe en su Biografía literaria:
Considero entonces la Imaginación como primaria o secundaria. La Imaginación primaria la considero como el Poder viviente y el Agente principal de toda Percepción humana, y como una repetición en la mente finita del acto eterno de creación en el infinito YO SOY. Considero a la secundaria como un eco de la primera, que coexiste con la voluntad consciente, pero que sigue siendo idéntica a la primaria en la clase de su agencia, y difiere sólo en grado y en el modo de su operación. Se disuelve, se difunde, se disipa, con el fin de volver a crear; o cuando este proceso se hace imposible, sin embargo, en todo caso, lucha por idealizar y unificar. Es esencialmente vital, así como todos los objetos (en cuanto objetos) son esencialmente fijos y muertos. (167)
-S.T. Coleridge
Coleridge contrapone esta actividad vital de la imaginación a lo que él denomina "fantasía":
La fantasía, por el contrario, no tiene otras fichas con las que jugar que las fijezas y las definiciones. La fantasía no es, en efecto, más que un modo de memoria emancipado del orden del tiempo y del espacio; mientras que está mezclada y modificada por ese fenómeno empírico de la voluntad, que expresamos con la palabra elección. Pero al igual que la memoria ordinaria, la fantasía debe recibir todos sus materiales ya hechos de la ley de asociación. (167)
-S.T. Coleridge
Así, para Coleridge, la imaginación no es un vuelo de la "fantasía", sino la actividad interior por la que obtenemos una visión más profunda de las conexiones entre las cosas, por la que empezamos a comprender la totalidad del mundo. La fantasía, por el contrario, nos proporciona imágenes fijas y tiende a la diferenciación, a las partes más que al todo.
El trabajo de la imaginación es vital para el poeta, del que Coleridge habla como si fuera casi sinónimo de la poesía misma. Al fin y al cabo, es el genio poético el que da origen a la poesía, y este genio maneja la imaginación como instrumento esencial de la creación:
El poeta, descrito en perfección ideal, pone en actividad toda el alma del hombre, con la subordinación de sus facultades entre sí según su valor y dignidad relativos. Él difunde un tono y un espíritu de unidad, que mezcla, y (por así decirlo) fusiona, cada uno en cada uno, por ese poder sintético y mágico, al que yo me apropiaría exclusivamente el nombre de imaginación. (173-74)
-S.T. Coleridge
A este respecto, es interesante observar cómo Coleridge, siguiendo a Kant, distingue entre el entendimiento (Verstand) y la razón (Vernunft). En El AmigoEscribe que en el entendimiento "nos consideramos seres separados y colocamos la naturaleza en antítesis con la mente, como objeto con respecto al sujeto, cosa con respecto al pensamiento, muerte con respecto a la vida" (I, 520-521). Describe la razón, en cambio, como "esa intuición de las cosas que surge cuando nos poseemos a nosotros mismos, como uno con el todo, que es el conocimiento sustancial." Rudolf Steiner, en su libro La teoría del conocimiento de Goethedesarrolla esta línea de pensamiento:
La razón no presupone una cierta unidad, sino la forma vacía de la unificación. Es la capacidad de sacar a la luz la armonía siempre que esté presente en el objeto mismo. En la razón, los conceptos se unen en ideas. Razón (Vernunft) pone de manifiesto la unidad superior de los conceptos del entendimiento (Verstand), que el entendimiento tiene en sus formaciones pero no es capaz de ver. (88)
-Rudolf Steiner
Steiner refuta la abstracta "cosa-en-sí" de Kant. Para Steiner, las ideas pertenecen a un mundo ideal unificado de realidad percibida a través de la facultad de la razón, que lleva inherente el atributo de "vacío".
La visión de Coleridge, y de Steiner, de la facultad de la razón en las ciencias está relacionada con la facultad de la imaginación en las artes. Como vimos en su Biografía literariaPara Coleridge, la imaginación es una indagación en la totalidad unificada de la realidad, un salto desde la unidad individual y discreta hasta el todo del que surge y al que pertenece.
Así, podemos empezar a entender cómo la ciencia y la poesía (o el arte en sentido más amplio) se relacionan entre sí como dos caras de la misma moneda. Goethe caracteriza la relación entre ciencia y arte:
Creo que la ciencia podría llamarse el conocimiento de lo general o conocimiento abstracto; el arte, en cambio, sería la ciencia aplicada a la acción; la ciencia sería la razón y el arte su mecanismo; por tanto, también podría llamarse ciencia práctica. Y así, finalmente, la ciencia sería el teorema y el arte el problema. (Máximas y reflexiones)
-Johann Wolfgang von Goethe
Desde este punto de vista, la ciencia es el camino por el que pasamos del contenido dado de nuestra experiencia a las ideas o leyes que subyacen a esas experiencias. El arte va en la dirección opuesta. Eleva la experiencia al ámbito de la idea, de modo que la idea no está "detrás" de la experiencia, sino encarnada en ella. Como dice Steiner en el capítulo final de La teoría del conocimiento de Goethe:
El infinito, que la ciencia busca en lo finito y trata de representar en la idea, es impreso por el arte en un material tomado del mundo de los sentidos. Lo que en la ciencia aparece como idea, en el arte es imagen. Es el mismo infinito el que es objeto tanto de la ciencia como del arte; sólo que aparece de modo diferente en una que en otro. (156)
-Rudolf Steiner
El arte, por tanto, no es una expresión puramente subjetiva ni una copia del mundo natural, sino la revelación de la idea dentro del mundo de los sentidos, una experiencia sensorial revestida de un ropaje espiritual. La imaginación es la facultad central que pone a disposición del artista la totalidad del mundo y sus infinitas posibilidades creativas.
Uno de los obstáculos fundamentales para una experiencia real de esta forma de imaginación es la noción arraigada de la división sujeto-objeto. Sujeto y objeto son conceptos captados por nuestro intelecto (o entendimiento, en el sentido de Coleridge); no son fundamentales en sí mismos. El acto de conocer es una inmersión en la totalidad del mundo, en su unidad indivisible, aunque al principio parezca estar dividido. Recibimos experiencias dispares: la percepción de una forma, un color, un movimiento. Estas percepciones parecen al principio inconexas, hasta que descubrimos sus conceptos con nuestro intelecto -árbol, piedra, hierba, etc.- y llegamos a la unidad del mundo de las ideas mediante el "esfuerzo vacío" de nuestra razón.
Esta división entre sujeto y objeto es útil para medir y cuantificar el mundo que percibimos. Por nuestra propia naturaleza y constitución -más que cualquier otra criatura de la Tierra- nos experimentamos como separados del mundo, como un sujeto rodeado de objetos. Pero esta dualidad no es una realidad fundamental. Es el resultado de nuestra constitución.
La poetisa inglesa Kathleen Raine escribe sobre la batalla de William Blake contra la división sujeto-objeto, que conduce inexorablemente a la cosmovisión del materialismo:
Para Blake, el error radical de la civilización occidental reside en la separación... entre la mente y su objeto, la naturaleza. El inspirado pero incomprendido mensaje de Blake no era ni más ni menos que declarar y demostrar las desastrosas consecuencias humanas de esta separación, y hacer un llamamiento a la restauración de la unidad original del ser en la que los mundos exterior e interior son uno. (Golgonooza, Ciudad de la Imaginación)
-Kathleen Raine
Raine describe su propia experiencia de la superación de esta división: una vez estaba mirando un jacinto con todo su misterioso detalle, cuando "de repente me di cuenta de que ya no lo estaba mirando, sino...". fue lo". Nos limitamos a nosotros mismos a través de la visión epistemológica incuestionable de que existe una división fundamental entre sujeto y objeto. Esto no quiere decir que debamos descartar la experiencia de nuestra propia conciencia individual de nosotros mismos, sino que debemos tomar esta experiencia y avanzar con ella conscientemente hacia una re-unión con el todo, del que somos parte y parcela:
". . . en tu propio seno llevas el Cielo y la Tierra y todo lo que contemplas: aunque parezca fuera, está dentro, en tu imaginación".
-William Blake
"Cuando la naturaleza empieza a revelar su secreto a voces, experimentamos un anhelo irresistible por su intérprete más digno: el arte" (Máximas y reflexiones).
-Johann Wolfgang von Goethe
Esto nos lleva a la cuestión de la forma y el contenido en la naturaleza y el arte. En ciencia, la forma de algo (un árbol, por ejemplo) nos lleva a su contenido (las leyes que rigen su crecimiento). El árbol individual es ilustrativo de la ley que se aplica universalmente. En el arte, no podemos hablar del mismo modo de una obra de arte como si apuntara a algo fuera de sí misma. Archibald MacLeish lo expresó con elocuencia en su famoso poema "Ars Poetica": "Un poema no debe significar, sino ser". Así, lo real (forma) y lo ideal (contenido) del arte pertenecen a una unidad completa.
Esta naturaleza real-ideal del arte se aplica de manera especial a la poesía. En la poesía trabajamos estrechamente con el pensamiento, pero si nos limitáramos a expresar pensamientos, como estoy haciendo ahora, el resultado sería un ensayo, no un poema. El elemento de su apariencia o forma -estructura, sonoridad, ritmo, etc.- tiene que unirse completamente con el contenido ideal del poema, con su idea. Cuanto más pueda suceder esto, más eficaz será el poema y más lo sentiremos como verdadero. Percibimos la forma y el significado en "un instante de tiempo". Esta es la definición que da Pound de la imagen poética. Es este momento de la experiencia en el que percibimos la totalidad de las cosas, en el que las palabras, los pensamientos, las imágenes, las emociones, los sonidos confluyen en una unidad indivisible, en el que lo interior respira con lo exterior y lo exterior con lo interior, en el que podemos localizar la esencia de la poesía, y del arte en general.
Goethe habla de esta relación entre interior y exterior en términos de ritmo, "una continua sístole y diástole, una inspiración y una espiración del alma viva" (Máximas). Este intercambio vivo entre lo interior y lo exterior, por el que ambos se convierten en uno, constituye el núcleo de la poética de la totalidad.
2.7.23