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¡Novedad de Sage Cabin Publishers!
Una historia de cambio y transformación
Por Bruce Donehower
Capítulo I
Érase una vez... ¿Cuándo sucedió? ¿Cuándo no ocurrió?... vivía un granjero al que le iba bastante bien. Tenía tierras y dinero, y sus vecinos chismorreaban y le llamaban rico.
Pero a pesar de toda la buena fortuna, se sentía infeliz porque no tenía hijos con su mujer.
A menudo, cuando iba al pueblo con los demás granjeros, éstos se burlaban de él y le decían cosas feas porque les parecía raro que no tuviera hijos.
Finalmente, se hartó. Cuando llegó a casa un día, le juró a su mujer: "¡Tendré un hijo, aunque mi hijo sea un erizo!".
Y así, su esposa tuvo un bebé. ¿Y quién lo iba a decir? La mitad superior del bebé era un erizo, ¡y la mitad inferior una niña!
Cuando la esposa vio al recién nacido, gritó de horror y le dijo a su marido: "¡Mira ahora qué mal nos has deseado!".
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"Un fragmento, como una pequeña obra de arte,
Debe estar totalmente aislado del mundo circundante y ser completo en sí mismo.
Como un erizo".- Friedrich Schlegel (amigo de Novalis),
Fragmentos del Ateneo, 1798
"Granjero y erizo" de Bruce Donehower
También disponible en Sage Cabin Publishers
El cuento de la serpiente verde y el hermoso lirio de Johann Wolfgang von Goethe
"Puedo decir, en realidad es así, que [El Cuento de Hadas] es la semilla arquetípica de este Movimiento. Es importante ser consciente de ello porque mañana daremos un paso importante aquí en el Goetheanum. Es realmente muy hermoso, sobre todo para mí y para lo que he tenido que hacer en relación con nuestro Movimiento, que en esta ocasión relacionemos este Movimiento con sus inicios. El Movimiento Antroposófico nació gracias a Goethe. . . "
- Rudolf Steiner, de una conferencia pronunciada el 25 de septiembre de 1920, Dornach
"Ludwig Tieck revela cómo el goetheanismo de la primera mitad del siglo XIX se reflejó en una personalidad receptiva; cómo algo parecido a un recuerdo de los grandes periodos antiguos jugó a favor de la edad moderna; periodos en los que la humanidad, mirando hacia lo divino-espiritual, se esforzó por crear, en las artes, monumentos conmemorativos de lo divino-espiritual. Una personalidad así representa la transición de una época todavía espiritualmente vital, al menos en el recuerdo, a una época cegada por una brillante concepción natural-científica del mundo y una práctica vital menos brillante; una época que nunca encontrará el espíritu sin el impulso que proviene de la percepción espiritual directa, es decir, de la imaginación, la inspiración y la intuición, tal como se esfuerza por conseguir la Antroposofía."
- Rudolf Steiner, Las artes y su misión, conferencia IV, 1923
"¡Que florezca el lector!"